domingo, 20 de diciembre de 2009

Hamlet


Coincidiendo con la representación de la obra de Shakespeare, decidí leer Hamlet. No tengo recuerdo de haberlo hecho antes, pese a ser una de aquellas obras de las que casi todo el mundo sabe algún verso aunque no la haya leído. No sé por qué existe esa predisposición a pensar que los clásicos son aburridos. Si son clásicos es porque resisten muy bien el paso del tiempo. Y creo que si algunos se atreviesen a leerlos se sorprenderían de lo satisfactoria de su lectura.
De Hamlet, qué decir que no se haya dicho, como siempre en Shakespeare las palabras son muy poderosas, y al verlo sobre un escenario se es aún más consciente. El principe enloquece cuando descubre la verdadera realidad que lo rodea o realmente es el único cuerdo de toda la obra y utiliza la ironía y la melancolía para no volverse loco.
Aquí un fragmento de los consejos que de da Polonio a su hijo Laertes antes de que éste parta para Francia:

"...Ea, mi bendición,
y graba estos preceptos en tu memoria:
que no esté tu pensamiento en tu lengua;
no ejecutes pensamientos sin mesura.
Sé amable, mas nunca vulgar;
a quienes sean tus amigos, con amistad probada,
amárralos al alma con ganchos de acero.
Mas no canses tus manos con agasajos
a imberbes advenedizos. Mira
que no seas quien inicie las disputas, pero ya en ellas
que sea el contrario quien se guarde de ti.
Presta a todos oído, a pocos tu opinión.
Toma consejo de todos pero guárdate el tuyo.
...
Y sobre todo, sé sincero contigo mismo,
que a esto seguirá-como el día a la noche-
el que seas sincero con todos los demás.
..." (Acto I, escena III)

1 comentario:

Illa incognita dijo...

Grans consells. Passen els segles i continúen sent una gran veritat.