Tampoco se trata aquí de idealizar a las progenitoras y de considerar que todas son unas perfectas madres corajes, que las hay que no actúan como tales, pero nunca está mal, y el libro lo hace muy bien, el ponerse en situación de nuestras madres y pensar que siempre están ahí para cualquier cosa, a cualquier hora, incondicionalmente, y lo que a veces nos resulta cansino e innecesario, más tarde que pronto se nos revela como amor incondicional.
La autora ha construido un canto de agradecimiento y reconocimiento a la figura materna, a través de pequeños episodios del día a día que permiten mantener viva la esperanza de que nuestras madres estarán siempre como ahí, como la sombra que no nos abandona.
1 comentario:
Hoy he empezado a leerlo, de momento me gusta.
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