Paul Auster
248 páginas
Traducción de Benito Gómez Ibáñez
Entrando en el invierno
de su vida Paul Auster se decide a echar la vista atrás. No es un diario al
uso. Utiliza la segunda persona para pasar revista a su pasado. Sin orden o tal
vez con un orden muy personal, el neoyorquino reflexiona sobre momentos de su
vida: cuando murió su madre, como conoció a su actual esposa, sus relaciones
con las mujeres, las 21 casas donde ha vivido hasta el momento, las veces que
ha estado a punto de pelearse físicamente, un accidente de coche, etc. A faltar
apuntes sobre su faceta profesional, apenas aparecen pequeñas pinceladas de contextualización.
El libro se lee muy bien,
es muy agradable y sigues adelante con la esperanza de encontrar más, se trata
de Paul Auster, no un cualquiera, pero por si por una parte, da la sensación de que ha sido
escrito para sí mismo, por otra parece un encargo, una anécdota aquí, otra allí
y ya tengo un libro que no está mal para mi lista anual, pero Paul Auster es
capaz de mucho más.
Ojo, no lo desaconsejo,
pero creo que podría haberse esmerado algo más. Un poco exagerado desde mi punto de vista
Esto es lo que dice la
contraportada del libro:
Auster, incansable creador de ficciones y de
personajes inolvidables, vuelve aquí su mirada sobre sí mismo. Y si en un libro
anterior, A salto de mata, rememoraba
sus años juveniles de aprendiz de escritor, en este Diario de invierno parte de la llegada de
las primeras señales de la vejez para rememorar episodios de su vida.
Y así, se suceden las historias: un accidente infantil mientras jugaba al béisbol, el descubrimiento del sexo, las masturbaciones adolescentes y la primera experiencia sexual con una prostituta, la rememoración de sus padres, un accidente de coche en el que su mujer resulta herida, una presentación en Arles acompañado por su admirado Jean-Louis Trintignant, la estancia en París, una larga lista comentada de las 21 habitaciones en las que ha vivido a lo largo de su vida hasta llegar a su actual residencia en Park Slope, sus ataques de pánico, las historias de sus abuelos, sus dos primeros matrimonios fallidos y el largo y feliz matrimonio actual, la visión de un viejo thriller por televisión y las reflexiones que propicia, las visitas a la familia de Siri, los viajes, los paseos, la presencia de la nieve, el paso y la herida del tiempo, la conciencia del cuerpo que envejece...
En definitiva, el puzle de una vida a través de vivencias, sensaciones y recuerdos. Un magistral autorretrato construido con la pasión, la desbordante creatividad literaria y la ejemplar viveza de la prosa que son ya las señas de identidad de este escritor amado por los lectores y admirado por la crítica.
Y así, se suceden las historias: un accidente infantil mientras jugaba al béisbol, el descubrimiento del sexo, las masturbaciones adolescentes y la primera experiencia sexual con una prostituta, la rememoración de sus padres, un accidente de coche en el que su mujer resulta herida, una presentación en Arles acompañado por su admirado Jean-Louis Trintignant, la estancia en París, una larga lista comentada de las 21 habitaciones en las que ha vivido a lo largo de su vida hasta llegar a su actual residencia en Park Slope, sus ataques de pánico, las historias de sus abuelos, sus dos primeros matrimonios fallidos y el largo y feliz matrimonio actual, la visión de un viejo thriller por televisión y las reflexiones que propicia, las visitas a la familia de Siri, los viajes, los paseos, la presencia de la nieve, el paso y la herida del tiempo, la conciencia del cuerpo que envejece...
En definitiva, el puzle de una vida a través de vivencias, sensaciones y recuerdos. Un magistral autorretrato construido con la pasión, la desbordante creatividad literaria y la ejemplar viveza de la prosa que son ya las señas de identidad de este escritor amado por los lectores y admirado por la crítica.
Un poco exagerado desde mi punto de vista. Pero no negaré que entran ganas de conocer a Paul Auster en persona y tomarse un café con él.
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